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La semana pasada di una charla sobre técnicas de comunicación a un grupo de emprendedores digitales. Gente extraordinaria, joven y con buenas ideas. Con capacidad de iniciativa y listos para comerse el mundo. En la conferencia les presenté el rapport, una técnica tremendamente interesante que usamos los coaches y que facilita la reciprocidad entre emisor y receptor, posibilita la conexión entre los interlocutores. A grandes rasgos, consiste en acompañar a tu interlocutor con todos los elementos de la comunicación auténtica, es decir, observar y escuchar a la otra persona, escuchar «qué» dice pero también «cómo» lo dice. En definitiva, prestar atención a la gestualidad, a la velocidad, al tono, al ritmo, a la expresión facial, a todos esos elementos que son tan o más importantes que las palabras que pronunciamos. Esta escucha a un nivel tan profundo permite que adaptemos nuestra comunicación al estilo de nuestro interlocutor y, por tanto, que la comunicación sea más efectiva.

Pues bien, estaba con este grupo de emprendedores hablándoles de esta técnica maravillosa y uno de los asistentes alzó la mano y solicitó intervenir. Aunque agradecía conocer esta nueva técnica, me decía que no acababa de convencerle. La conclusión a la que llegaba es que le estaba diciendo que, para comunicar bien, debía convertirse en actor, que debía dejar de ser él mismo para convertirse en lo que sus interlocutores esperaban de él. ¡Nada más lejos de la realidad!

Comunicación auténtica: El ser y el parecer

Cuanto agradecí esa objeción porque, de hecho, dio en el clavo. Vivimos en un mundo que tiende a primar el «parecer» sobre el «ser». El máximo exponente de esta tendencia son, sin duda, las redes sociales donde muchas personas se esfuerzan en mostrar su «parecer», escondiendo debajo de la alfombra el auténtico «ser».

Esto nos lleva, inexorablemente, a hablar sobre la autenticidad, un concepto que, si se me permite, ha sido prostituido y que puede sonar algo naïf. Auténtico, en sentido genuino, significa verdadero. Lo auténtico “es lo que parece”, es lo que no encubre su verdadero ser en una envoltura que lo disimula y falsea. 

Comunicación auténtica: El ser y el parecerAutores de la propia vida

El filósofo Ricardo Yepes Stork se refiere a la autenticidad como un proceso biográfico. Siguiendo el «conócete a ti mismo» del oráculo de Delfos, Yepes afirma que la autenticidad está ligada al desarrollo de la vida. Cada uno, con nuestras circunstancias, configuramos nuestro ser, nuestra verdad. Así lo expresa: «La identidad humana no está dada desde el principio, pues la persona puede llegar a ser lo que realmente es, o puede no llegar. La existencia auténtica es aquella que se vive con conciencia del propio origen y de la propia destinación o término (….) autenticidad significa reconocerse a uno mismo como autor de la propia vida, reconocerse en lo que se hace y se dice, en lo que se obra y en lo que se es, en la propia imagen que se proyecta a los demás». Ser auténticos es, pues, ser protagonistas de nuestra propia historia.

 

Coherencia en el pensar, el hacer y el decir

El psicólogo Carl Rogers, en su obra El camino del ser, alude a la autenticidad desde la coherencia. Para este autor, ser auténtico es un ejercicio de coherencia entre lo que pienso, lo que hago y lo que digo. Escribe: «Experimento una sensación de satisfacción cuando me atrevo a comunicar mi realidad a otro. Esto está lejos de ser fácil, en parte debido a que lo que experimento varía en cada instante. (…) Sin embargo, cuando logro comunicar lo que hay de verdadero en mí en el momento en que me ocurre, me siento auténtico, espontáneo y vivo».

La aportación de Rogers es fundamental pues apela a ese sentido de verdad pero ahora refiriéndose a la dimensión más personal: la persona auténtica es aquella que evita el autoengaño o la superficialidad porque es consciente de sus pensamientos, de sus actos y de su comunicación.

Comunicación es reciprocidad

Llegamos al asunto de la comunicación y nos preguntamos cómo es la comunicación de una persona auténtica, de una persona que se atreve a ser y que está comprometida consigo misma. De una persona que, si me permitís, no quiere ir por la vida con una máscara, con el rol de actor o de actriz.

Para contestar a esto, recuperemos el concepto de retroalimentación o feedback, si se prefiere. Imagina una conversación entre Julia y Juan, dos compañeros de trabajo que están reunidos. Pues bien, Julia le pregunta a Juan cuanto tiempo tiene para esta reunión, a lo que Juan contesta que 20 minutos. Con esta información, Julia es capaz de reorientar el encuentro y decidir qué temas van a abordar y qué temas se van a quedar en el tintero.

Comunicación auténtica: El ser y el parecerEn el contexto de la comunicación, se entiende por retroalimentación la respuesta que transmite un receptor al emisor en base a su mensaje. En nuestro ejemplo, Julia reorienta la reunión en base a la disponibilidad horaria de su compañero. Fíjate que la retroalimentación comunicativa es lo que ha permitido este proceso de elegir unos temas y descartar otros. El feedback permanente entre emisor y receptor es la cualidad que permite mantener las conversaciones activas, la que favorece la mutua influencia entre emisor y receptor, la que posibilita el cambio. Y este es el punto fundamental: la persona auténtica se comunica de forma abierta, permite la influencia del otro, promueve la mutua retroalimentación. La persona auténtica no se esconde, se muestra, y sabe que en ese mostrarse es posible la reciprocidad.

A vueltas con nuestra historia

Hemos visto que no es posible ser auténtico y no comunicar. O, formulado a la inversa, la autenticidad requiere que nos atrevamos a comunicar en un sentido profundo, a mostrarnos a los demás para permitir una mutua influencia, para permitir la reciprocidad.

Comunicar bien supone tomar conciencia de que el «nosotros» pasa por delante del «yo». Hablo porque hay alguien dispuesto a escuchar y esto, automáticamente, me sitúa en una posición humilde, agradecida.

Comunicar bien es un ejercicio de generosidad. Puedo abrirme al otro porque decido detener mi «radio interior» y permito un silencio en el que es posible escuchar más allá de las palabras.

Comunicar bien es abrirme al riesgo, al riesgo que supone abrirme para otro, a la mutua influencia, a la retroalimentación.

El chico que alzó la mano y expresó su discrepancia tenía su parte de razón. Hablar de técnicas de comunicación sin que haya una vocación sincera de conexión entre emisor y receptor no tiene ningún sentido, es hacer que esas técnicas y recursos caigan en saco roto. Por más pericia técnica que tengamos, por más cracks de la comunicación que nos consideremos, sin ese sustrato de fondo que es la autenticidad, nuestro relato va a sonar impostado, fingido. Y podemos engañar una vez, dos y hasta tres. Pero al final nos pillarán. A eso se refería el chico que alzó la mano.

Fuentes:

  •  YEPES STORK, Ricardo. «La persona como fuente de autenticidad» en Acta Philosophica, vol. 6 (1997), fasc. 1, págs. 83-100.
  • Rogers, Carl. El Camino del ser. Barcelona: Kairós, 1986.

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Eulàlia Tort

Eulàlia Tort

Soy Eulàlia Tort, Coach experta en comunicación. Ofrezco los servicios de: Coach Profesional / Coaching para Particulares / Consultoría / Formación a medida.

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