El Diccionario de la Real Academia Española define resiliencia como la «capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos». No debe sorprendernos que precisamente el concepto resiliencia esté entre las palabras más buscadas durante la pandemia.
La resiliencia se construye, experiencia tras experiencia, y nos ayuda a mantener un cierto equilibro ante situaciones que podrían resultar estresantes o desbordantes. De algún modo, es una habilidad que se entrena y que poco a poco la persona va desarrollando. Entrenar la resiliencia tiene mucho que ver con aprender a identificar, aceptar y gestionar las emociones.
Es importante señalar que ante cualquier hecho de la realidad, lo importante es la forma en que lo gestionamos, cómo nos lo tomamos. Por poner un ejemplo: vas a salir de casa pero de repente se pone a llover, esto no formaba parte de tus planes. Existen distintas opciones:
- a) La primera sería empezar a quejarte y a sacar improperios por la boca. Esto no estaba previsto y te lo cambia todo. Conectas con la ira, el enfado.
- b) Otra opción es venirte abajo, es decir, cancelar aquello que ibas a hacer. Con lluvia, te dices, es imposible continuar.
- c) Una tercera opción sería tirar de resiliencia, es decir, adaptarte a la adversidad, adaptar tu actividad a la lluvia no prevista.
¿En qué respuestas crees que estás habitualmente? Como ya imaginarás, la tercera opción es la que tiene más sentido, ya que continuas con tu agenda sin malgastar energías. Pero claro, no nacemos enseñados y no siempre es fácil responder ante los imprevistos de forma resiliente. La Asociación Americana de Psicología da 10 consejos para entrenarnos:
- Establece y mantén relaciones Sin duda, la mejor forma de crecer es con el contacto con los demás mediante relaciones sanas y saludables. En el entorno social podemos ayudar y pedir ayuda, gran oportunidad de crecimiento personal.
- Evita ver las crisis como problemas insuperables Como hemos visto en el ejemplo anterior, la lluvia es lluvia y no está en nuestras manos que de repente salga el sol. Lo que sí podemos hacer es elegir como gestionamos ese imprevisto: desde la rabia, el victimismo o la resiliencia.
- Acepta que el cambio es parte de la vida Este consejo tiene que ver con aprender a gestionar el cambio, darnos cuenta de que las cosas cambian, empezando por uno mismo. El cambio forma parte de la vida y resistirse a él es un gasto de energía que dificilmente te llevará a la tranquilidad.
- Dirígete hacia los propios objetivos Tiene que ver con focalizar, con ser dueño del propio destino. Evidentemente, la experiencia nos dice que no todo depende de mí pero como bien dicen los artistas, «la inspiración te pilla trabajando». Así que pon foco y camina hacia tus objetivos, ponle patas a tus sueños.
- Ejecuta acciones decisivas De nuevo, ser resiliente tiene que ver con aceptar y adaptarse; no malgastes energías negando la realidad o tratando de modificarla.
- Fomenta el autodescubrimiento Ser resiliente tiene que ver con conocerse a uno mismo, con saber poner en juego los recursos personales de que dispongo.
- Alimenta una visión positiva de ti mismo Tiene que ver con la autoestima y la autoconfianza. ¿Cuál es tu autopercepción? ¿Qué te dices a ti mismo? ¿Son mensajes posibilitadores?
- Mira las cosas en perspectiva La experiencia nos dice que aquello que en su momento parecía ser la fin del mundo, luego, con el tiempo, toma un significado distinto. Reencuadrar aquello que nos sucede, ver las cosas desde otra perspectiva, ayuda a relativizar y objetivar.
- Mantén la esperanza ¡La esperanza es lo último que se pierde! Así que atrévete a soñar, a sentir, a experimentar. Una actitud positiva ante la vida es mucho más posibilitadora que una actitud negativa y pesimista.
- Encuentra tu modo único y particular Las listas de consejos son útiles pero cado uno de nosotros somos únicos e irrepetibles. Busca tu propia forma de entrenar la resiliencia, tal vez puedas empezar echando la vista atrás y descubriendo todo lo que has logrado superar ya.