No son pocos los clientes que se acercan al coaching para ganar confianza en si mismos. De hecho, en mi experiencia, en todos o casi todos los procesos de coaching que he tenido el honor de acompañar, la confianza y la autoestima han sido dos pilares sobre los que se ha sustentado el cambio de mis clientes. Ahora te propongo ir un paso más allá: algo que no todo el mundo sabe es que la confianza y la autoestima están en la base de nuestras creencias, es decir, determinan qué nos decimos a nosotros mismos.
En un post anterior hablamos de la confianza en uno mismo. Podríamos sintetizar indicando que la confianza tiene dos dimensiones: por un lado, la dimensión personal o interior, es decir, la confianza en uno mismo o autoconfianza. Por el otro, la confianza hacia los demás o exterior, es decir, la confianza que uno inspira. Según Stephen M.R. Covey, la confianza se sustenta sobre 4 pilares: integridad, intención, capacidades y resultados. Ahora hablemos de la auto-creencia.
La auto-creencia, entendida como la suma de confianza y autoestima, otorga el valor y la confianza suficiente para que la persona sepa que puede hacer aquello que se proponga. Veámoslo con un ejemplo: imaginemos a un cliente al que llamaremos Francisco. Francisco lleva 15 años trabajando en una empresa y en estos momentos se plantea reinventarse profesionalmente: en una primera sesión declara querer cambiar de sector e, incluso, de tareas. Hasta la fecha ha ejercido como responsable de exportación pero en estos momentos quiere reorientarse hacia un perfil más creativo, tal vez en el departamento de marketing o campañas.
Francisco tiene por delante un reto extraordinario: dejar la empresa en la que ha estado los últimos 15 años, reorientarse profesionalmente y buscar un empleo acorde a este nuevo rol profesional en otro sector. Estaremos de acuerdo en que Francisco es un valiente. Probablemente para poder llevar a cabo estos cambios con éxito, Francisco deberá revisar su auto-creencia, es decir, analizar qué se dice a sí mismo. Tal vez se diga que esto es lo que desearía pero que dificilmente va a conseguirlo. Tal vez se diga, de forma inconsciente, que no se lo merece. O, tal vez su «vocecita» interior sea una auténtica animadora que le lanza mensajes tipo «tu puedes», ¡continua!
Como decía Henry Ford, «si crees que puedes, tienes razón; si crees que no puedes, también tienes razón». Las creencias sobre nosotros mismos tienden a tener un efecto auto-cumplidor sobre nuestro comportamiento: si me digo que puedo, voy a poder; si me digo que no puedo, no voy a poder. Cuando alguien está convencido de que puede hacer algo, lo hace, mientras que si está convencido de que no es posible, ninguna cantidad de esfuerzo lo convencerá de lo contrario. En definitiva, nuestras creencias influyen en nuestra eficacia.
Volvamos al ejemplo de Francisco. Si nuestro cliente se dice a si mismo que puede, que es capaz de dejar su empresa, que es capaz de iniciar un nuevo camino profesional y encontrar una oferta, lo más probable es que lo consiga. En cambio, si Francisco se dice que no va a poder, que su reto es demasiado grande, que no se lo merece o que no está a su alcance, difícilmente lo va a conseguir.
Te invito a que tu también puedas revisar tu auto-creencia. Piensa en tu reto, en aquello que quieres conseguir, en algún cambio que quieras para tu vida y pregúntate qué te dices a ti mismo. ¿Los mensajes son posibilitadores? ¿O limitantes? ¿Te dices que puedes conseguirlo o que no vas a lograrlo?
Si quieres trabajar en tu auto-creencia, cuenta conmigo. Será un placer acompañarte en este proceso como coach.