El término emoción proviene del latín emotio, que significa movimiento, impulso, aquello que te mueve. Saber gestionar de manera efectiva nuestra mente y aquello que nos mueve a actuar y a decidir nos proporcionará la clave para llevar una vida más serena, feliz y equilibrada. Sin embargo, hay momentos en los que una persona puede tener dificultades en expresar lo que está sientiendo. Hay clientes que llegan afirmando «no se qué es lo que siento». Si este es tu caso, déjame darte algunas pistas sobre las emociones.
Las emociones son el motor
Cuando hablamos de sentir, estamos haciendo referencia a nuestras emociones. Son el motor que todos llevamos dentro y constituyen el mecanismo de alarma que salta y nos avisa de que necesitamos resolver alguna situación crítica. Por tanto, podríamos decir que las emociones son reacciones a sucesos vitales que, posteriormente, generarán sentimientos, activarán el cuerpo para la acción, generarán estados motivacionales y producirán expresiones faciales reconocibles.
El rostro de las emociones
Paul Ekman está considerado como uno de los psicólogos más importantes del s. XX. Ha sido pionero en el estudio de las emociones y en el análisis de las expresiones faciales que las acompañan. Las emociones son repentinas, biológicas, escapan a nuestro control y se generan por recuerdo, por una experiencia, por empatía, por la educación recibida o por las normas sociales del entorno. Es importante este último punto, ya que en según qué entornos, se habrá cultivado más o menos la gestión emocional y la capacidad de identificar las emociones que uno podría estar sientiendo.
La expresión es universal
Una buena manera de ayudarte a identificar lo que estás sientiendo es a través del rostro. Ekman logró demostrar que el rostro de las emociones es universal y que se reflejan de forma muy similar en cualquier cultura y raza. Así, por citar un ejemplo, la expresión de la alegría es muy parecida en la Antártida como en Asia, y lo mismo sucedería con el resto de las emociones. Las expresiones faciales de las emociones no están determinadas culturalmente sino que son universales y tienen un origen biológico.
Las emociones principales
Cuando cuesta identificar las propias emociones, me gusta ofrecer a mis clientes la lista de las llamadas emociones básicas o emociones principales. Es una primera selección que puede ayudar a profundizar posteriormente e introducir matices. Cuando no sabes qué es exactamente lo que estás sintiendo, pregúntate a qué emoción de las llamadas «básicas» te sientes más cercano:
- Tristeza: una de las emociones que tiende a durar más en el tiempo y que se refleja en la expresión facial y en la voz. También el llanto es una expresión emocional universal.
- Ira: es considerada como una de las emociones más peligrosas, ya que puede provocar una rápida escalada. Cuando aparece la ira, nos está avisando de que es necesario cambiar alguna cosa.
- Sorpresa: es la más breve de todas las emociones, no es positiva ni negativa sino que incluye componentes físicos propios tanto de la alegría como del miedo.
- Miedo: aparece cuando percibimos amenaza de daño físico o mental. Suele provocar una reacción de huida o de esconderse. Es diferente a la ansiedad, ya que esta aparece cuando anticipamos algo. El miedo, en cambio, está asociado a un peligro inminente, real o potencial.
- Asco: sirve para expresar rechazo a determinados estímulos que nos resultan desagradables.
- Desprecio: es la sensación de falta de respeto o reconocimiento. Supone la negación del otro de quien se pone en duda su capacidad e integridad.
- Y, finalmente, la alegría: donde más se aprecia es en el tono de voz. La alegría tiene muchísimos grados y matices: contento, excitación, eufora, éxtasis, asombro…
Los estudios de Paul Ekman demuestran que todas las personas experimentan las mismas emociones pero no todos respondemos a ellas de igual forma. Si crees que el coaching puede ayudarte a mejorar tu gestión emocional, cuenta conmigo para acompañarte en este proceso.